Sunday, November 30, 2014

BRONCEORO


Hoy cuando el país esperaba reencontrarse con su selección , cuando casi todo el pueblo cubano, los de adentro y los de afuera, que al final todos llevamos la misma sangre, esperaba para volverse a deleitar con su selección nos encontramos de golpe con la noticia de que por cambios de última hora del Comité Organizador Cuba jugaría en una sede alterna y sin transmisión televisiva, un golpe bajo, muy bajo por parte de los organizadores.


Para un futbol olvidado y necesitado de difusión la medida de los organizadores para nada es algo trivial. Cuba, el futbol cubano necesitaba ese partido, la gente necesitaba ver que lo mostrado frente a México no era una casualidad y si una muestra de la calidad de estos muchachos, del gran trabajo de su cuerpo técnico.


Pero el castigo por haber hecho tambalearse al dueño de casa, haber desnudado sus debilidades fue mas que un obstáculo, un nuevo impulso para esta selección acostumbrada a los malos tratos y a las adversidades.

Cuba había venido a llevarse una medalla de estos juegos y la falta de televisión no iba a ser un impedimento, porque aun a la distancia, este equipo sabía que estábamos con ellos, que la gente buscaría cualquier medio para saber que pasaba minuto a minuto y una vez más respondieron a esa especie de romance surgido entre su pueblo y ellos, tocándole al seleccionado hondureño pagar los platos rotos.


Con menos de 48 horas de descanso después de 120 minutos trepidantes ante México el equipo mostró una gran entereza física y anímica, pues no solo tuvieron que recuperarse de la eliminación dos noches antes cuando ya se empezaba a saborear la final, sino también del gol hondureño y de la pérdida temprana de Yosel Piedra por una lesión, que obligó a un cambio tempranero en la diezmada escuadra cubana.

Uno a cero o cinco a cero era lo mismo para Cuba hoy, había venido a encaramarse en el podio, había luchado por ello y en el último día no sería diferente, así que Triana tiró toda la carne en el asador mandando a la Perla Hernández al terreno de juego en el lugar de un agotado Clavelo, cuando el partido estaba 0-1 en favor de los catrachos.

La entrada del Zulueteño posibilitó el reorganizamiento del equipo retrasando a Bryan Rosales a su posición habitual de marcador por la izquierda, hacienda lo mismo con la Bestia Urgelles que entró a formar pareja con Colón en el centro de la defensa posibilitando la subida al sector de contención de Arturo para unirse al Motorcito Collado en esa zona del campo.

Los cambios dieron resultado y quince minutos después de la entrada de Arichell, el viñalero Maykel Reyes mandaba el cuero a besar el tejido para empatar el partido, empate con el que se terminarían los 90 reglamentarios.

Se venían pues treinta minutos que hubiesen parecido inclinar la balanza hacia unos hondureños más descansados, hubiese, pero los cubanitos estaban para desafiar a las reglas de la cordura, de lo lógico y a los 106 minutos Arichel, el hombre de los momentos grandes, como en Jamaica en la primera fase de la eliminatoria Sub 20 pasada o frente Costa Rica en el Premundial de Puebla, apareció para desatar la locura en toda la tierra cubana y zonas aledañas (cualquier sitio donde haya un cubano) con su gol que nos ponía arriba en el marcador.


Honduras no asimiló el gol y lo pagó muy rápido, el Cazador se percató de que su presa se tambalea y terminó derribándola con el gol del Capitán Yordan Santa Cruz tan solo un minuto después del conseguido por Arichel, 3-1 categórico... irremontable que valió un bronce para una CUBA DE ORO.

Un bronce que fue un inmerecido premio a la mejor selección de este torneo, una selección que mereció más y que solo una verdadera injusticia la privó de lo más alto del podio. Una selección que maravilló, que enamoró con su futbol y que terminó siendo victima de su mayor pecado: la falta de definición, esa misma que hoy estuvo a la altura nos faltó para rematar a Venezuela y México.


Pero más allá de lo que se pudo y no se pudo, queda ese sabor dulce de la calidad de nuestros jugadores, de su nivel de juego. Esa sensación del deber plenamente cumplido con su afición y en mi caso personal de darme la razón en lo que he pregonado y defendido desde que escribí la primera línea en este Blog: que en Cuba si se juega al futbol, que lo llevamos en la sangre y no es un modismo importado, que nuestros jugadores son tan Buenos como el que más y que con un apoyo verdadero y real, el sueño Mundialista dejaría de serlo para volverse una realidad.


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